miércoles, 31 de diciembre de 2008

sábado, 27 de diciembre de 2008

That's why I just DO NOT have one

Narcissism \NAHR-suh-siz-em\, noun:
Excessive love or admiration for oneself; in psychoanalysis, gratification manifested in admiration and love of oneself
Dr. Marion Solomon, a Los Angeles psychologist and author of "Narcissism and Intimacy," said that true narcissists are startled when their spouses say they are miserable in the relationship.
-- Jan Hoffman, New York Times, 7/20/2008
They found that the number of "Friends" on a person's Facebook and the number of "wallposts" they have there correlated with their narcissism. That figures, Buffardi suggests, as narcissists tend to have lots of shallow relationships rather than a few solid ones.
-- Jennifer Huget, the Washington Post, 9/26/2008
By 1822, from Greek Narkissos, beautiful youth in mythology (Ovid, "Metamorphosis," iii.370) who fell in love with his own reflection in a spring and was turned to the flower narcissus.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Las cosas en si mismas

Lo maravilloso de tener mente y corazón despejados, es poder ver las cosas en si mismas; sin remitirse a nada ni nadie más.

Allí donde la letra de una canción, es la letra de una canción; donde un lugar es un lugar; y donde una imagen es una imagen; podremos disfrutar libremente de la esencia de las cosas.

Ver sus detalles, descubrirles vueltas de tuerca, impensadas cuando nos remitían a algo o alguien mas.

Ser libres en el disfrute de la mera contemplación, o sumergirnos de lleno en todo aquello que la vida nos presenta.

Así se siente ahora mi mente, y mi corazón: Dentro de una maravillosa página en blanco, abierta a ser escrita por cada experiencia que la vida me depare, sin más.

Toda nostalgia remite a tiempos por venir, aunque parezca contradictorio.

Pero, una canción es una canción, y yo disfruto de la historia que cuenta. Puedo figurarme al autor escribiéndola. Ocasionalmente, es tan profundo el significado, que logra remitirme a, lo que mi imaginación considera, la vida del autor: Aquello que le llevó a escribir esa canción… Y me pregunto: ¿por qué el amor hace sufrir tanto a la gente?… ¿No debería hacerlas felices?. ¿Por que la fuente inspiratoria mas efectiva de un poeta, es indefectiblemente el sufrimiento?.

¡Que hermoso es descubrir lugares que creía conocer, cuando me remitían siempre a alguien más!. Los detalles, imperceptibles ante la presencia de esa persona, obnubilando mi mente.

El Cine demuestra, con sus nuevos estrenos, cómo la vida continúa, y sigue su curso. Todo se renueva. Despierto a la belleza de los detalles en si mismos. ¡Bien por la gente que se ama, así en la vida, como en las comedias románticas; sin remitirme a alguien más!.

¡Viva la Natividad del Niño Jesús!. ¡Gracias a Dios por este regalo de querer armar el Árbol, luego de muchos años de negación!. La Navidad es el nacimiento de Jesús, y no tiene por qué deprimirme; al contrario: Es el mejor momento para acompañarse y agradecer la presencia de los seres queridos. Mi modo de hacerlo, ahora, es con buenos regalos, y mucho amor.

¡Gloria a la Vida por sobre todas las cosas!: Donde el oxigeno, es oxigeno; y debe ser cuidado. Donde los animales tienen vida   y no son juguetes.

…. Y donde nada debería remitirse a alguien más, sino al Yo soy, y Yo puedo hacer el Bien; Por la Naturaleza y mi Prójimo.

domingo, 30 de noviembre de 2008

40 horas en el siglo XIX

Cuando comenzó, creímos que no duraría mucho.

“Un apagón, es todo”, pensamos. Luego pasó una noche lluviosa de verano.

Al día siguiente, nada: Ni luz, ni agua… Ni ascensores para los pisos altos del departamento.

Desperté temprano, sin mucho para hacer. Casualmente, había un poco de agua en la pava, para hervir un té (ya habrán visto cuanto adoro el té)

Sola, un sábado de Noviembre, luego de haber trabajado toda la semana. Descansé.

Escuché algo de música en antiquísimos walkman. Luego me dieron incontenibles ganas de escribir: relatar cosas, más que nada descriptivas, sobre asuntos cotidianos; preocupada, sin embargo, por la evidente  carencia de un principio, un nudo, un desenlace, y un final, que le aportaran coherencia a un simple relato común;  en nada relacionado con venderle algo al lector, ni mucho menos.

Nunca me perdonaré esto de haberme desacostumbrado a la escritura manual. Amo tipiar en la computadora, o en su defecto, mi máquina de escribir, a la que le falta (lo que yo llamo) la cinta de tinta, y no sé donde conseguirla. 

“Quedará para después”. Pensé, sin imaginar lo eterno del después que se nos venía encima, a mi familia y a mi.

Dieron las doce y media del mediodía. Necesité escapar, y pensé en el cine. Habían un par de cupones de descuento para un famoso restaurant de pastas, y un 2x1 en entradas.

Quedé absorta, mirando los papeles, imponiéndome alguien más. Tenía la película elegida, el cine y el restaurant.

Pensé en mis pocos, pero valiosísimos ( y ocupadísimos) amigos del alma. “No Podrán”. “Él estará trabajando, o durmiendo; a esta hora….. Y ella ya me ha dicho que se encuentra repleta de exámenes, hasta fines de diciembre”. “No podrán”.

Ignoré el 2x1 en entradas, y tomé el descuento del restaurant, para almorzar fuera, casualmente, los ñoquis del 29.

Vi la película de mi interés a sala llena; y regresé a casa, corriendo bajo la lluvia, como el día anterior.

Todavía estábamos sin luz. Ya para entonces, la casa hecha un chiquero, sin agua; y mi desesperación, creciente; por quitarme la mugre del cuerpo.

Las ganas de escribir, contradecían mi falta de ideas…. Y la inerte impotencia de no tener dónde tipiar.

El apagón resultó ser más que eso. Devoré otro cuento de Cortázar, para matar el aburrimiento; antes de llamar sin éxito a mi amigo, para preguntar si él, en su casa, a diez cuadras de la mía, tenía luz.

Dormí temprano, al anochecer, sin tener mucha noción del tiempo. Sentí haber descubierto el secreto de por qué las personas de antaño, despertaban mucho más temprano que nosotros.

Tanto deseaba yo vivir en el siglo XIX cuando era niña, en medio del campo, como la familia Ingalls.  

Pero los siglos no se mezclan, pues los seres no se adaptan. Sabia es la naturaleza que destruimos a cuentagotas. 

domingo, 23 de noviembre de 2008

Los pequeños placeres II

Leer y escribir son mi paraíso durante los fines de semana. Mi casa a solas. El silencio de las cosas.

A mis padres les cuesta comprender este amor mío por el hogar. ¿Por qué no voy afuera? ¿Por que no comparto noches de sábado con amigos, como la gente normal?.

Pues, porque no me gusta la noche, y me descoloca regresar en las mañanas de domingo. El día tácito, a sueño limpio.

Yo prefiero un buen libro, mi PC donde escribir (ya me desacostumbré al puño y letra, desgraciadamente); y salir con amigos, si, durante el día, de vez en cuando.

Entre trabajos y facultades, ambos están ocupados. Soy mujer de pocos amigos, pero me integro activamente a grupos.

No me engaño diciendo, o presumiendo de esta cualidad; que todos son mis amigos, porque no es cierto. Congeniamos, siempre me he llevado bien, nunca un problema, no más allá del estudio o el trabajo.

Ser amigo, es diferente. Único, especial, incomparable. No podría tener infinidad de amigos, porque no me alcanzaría el corazón para cobijarlos como se merecen. Es fácil ser un buen compañero mío, pero sumamente difícil ser amigo.

Duele, a veces, que carezcamos de tiempo para vernos. Allí es donde aprecio otras pequeñas cosas que hacer con mi tiempo libre, durante el fin de semana:

Redactar imágenes, críticas o pequeñas historias que me vengan a la mente, tomar un buen té a las cinco de la tarde, mientras veo cine europeo, leer (y terminar) libros; salir sola, caminar…. Y escribir la vida como se me dé la gana (durante el fin de semana) sin estructuras, horarios ni obligaciones que cumplir.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Rata de librerías

Por más que lo intente, no logro contener mi amor por los autores y sus obras, dispersas en incontables ediciones, por todas las librerías del país.

Nunca falta un escritor en mi memoria, que inspire mis estancias casi eternas en librerías locales.

Virginia Woolf, y sus obras: La Sra. Dalloway (1925), Las olas (1931) y Entre actos (1941); han sido objeto de mi más reciente curiosidad literaria; mientras termino Londres, un libro que reúne seis ensayos que la autora escribió en 1931 para una revista inglesa.

Resulta fascinante sentir el olor a libros cada vez que ingreso en las librerías. Ver de paso, las últimas novedades, segundos antes de entrar en la búsqueda específica.

No me gusta preguntar, sino investigar por mi misma. Las horas pasan cual segundos, mientras busco en orden alfabético, por los estantes más próximos al suelo.

Sólo consigo Las olas , a casi cuarenta pesos. No lo puedo comprar, tampoco es urgente. Debo terminar Londres, y ponerme a leer tantos otros libros, de autores con quienes todavía no me he deleitado.

La gente debe mirarme como a una loca, mientras busco frenéticamente, y acumulo otros tantos libros interesantes que leer, antes de conocer sus imposibles (nada urgentes) precios.

Contener impulsos es la clave, para salir airosa y no gastar; mientras el tercer y último tomo de Cuentos completos, por Julio Cortázar, ruega que lo lleve conmigo a casa, para completar la colección. Treinta y cinco pesos. Imposible ahora. No es urgente. Otra vez será.

Una mezcla de ternura y comicidad invade mi rostro al ver las caras de los vendedores, cada vez que salgo de las librerías, luego de al menos tres horas internada entre diversos autores y sus obras. Si tuviera dinero, las compraría todas, aunque no fuera urgente.

domingo, 26 de octubre de 2008

Colectivo* lleno

(Primero la culpa, luego la educación)
¿Quién en este mundo no adora subir a un colectivo y viajar cómodamente sentado?
¿Quién no ha soñado alguna vez con que ese placer continúe durante todo el recorrido?
Si bien las costumbres humanas involucionan cada vez más hacia el sujeto egoísta e individualita, todavía existimos unas pocas personas cuya educación y sentido común, nos obligan a ceder el asiento a los mayores, de movilidad reducida, mujeres embarazadas y con niños pequeños.
Sin embargo, en ocasiones reiteradas, quizá debido a la escasez de gentileza en muchos individuos, y el aumento de personas con necesidad de asiento que suben a los colectivos; yo en particular, como miembro de la minoría gentil que cede asientos, sufro de gran culpa y cargos de conciencia, antes de cumplir con mí deber ciudadano.
No me agrada en lo más mínimo ceder asientos, porque casi siempre llego al colectivo agotada. Entonces espero. Veo subir un anciano, y espero a que alguien más ceda el lugar.
Pasan los minutos, nadie hace nada. Allí es cuando me carcome la culpa, y finalmente me levanto. Con las embarazadas, no dudo un minuto, por su puesto.
Si un gentil obligado (como yo) viaja en colectivo, entre las 14 y las 16 horas; prepárese a recibir un contingente interminable, de personas mayores, y mujeres embarazadas a quienes ceder asientos.
Es entonces cuando una mezcla de culpa y bronca azota mi corazón cansado, minutos antes de regalar el precioso espacio junto a la ventanilla.
¡¿Por qué demonios viajan todos a la misma hora?! ¿Es que acaso se ponen de acuerdo? No tengo nada contra las embarazadas; pues mi instinto maternal me lleva a cederles el asiento sin ningún problema.
Pero los ancianos… ¿Por qué suben tantos, en esa franja horaria? ¿Hay algo más importante para una abuela, que ver las novelas de la tarde? Según parece, si. Lamentablemente.
Y entonces uno Debe ceder el asiento. Elegir uno de tantos que suben. El más canoso y decrépito individuo de la naturaleza, para darle el maldito lugar.
No importa cuan agotado esté, ni lo pesado de los bolsos que uno cargue; la culpa gentil con que se ha crecido, lleva a donar aquél precioso espacio junto a la ventana. Levantarse, poner una voz firme y decidida. “¡Señor/a! Siéntese por favor”. De ser necesario, convencerlos; tratando a su vez de disimular esa mezcla de bronca y obligación que puebla mi rostro cada vez que lo hago. Por más que lo intente, no puedo evitar la cruel gentileza con que he sido criada.
Por último, a aquellos IMBECILES RETARDADOS MENTALES que para mi ¡¡¡¡FURIA DESMEDIDA!!!!! ROBAN descaradamente el asiento cedido por mí a una persona realmente necesitada; ¡¡¡¡PÚDRANSE EN EL INFIERNO ETERNAMENTE!!!!! (Ustedes saben quienes son).
____________________________________________________________________________________
*Colectivo = Autobús = Bus.

sábado, 18 de octubre de 2008

Si tienes gatos, no seas madre

Si eres madre, no tengas gatos.

SNM: Prométeme que, cuando te vallas a vivir sola, no llevaras a ese gato contigo.

Y: Claro que sí lo haré. ¿Por qué no?

SNM: Porque transmiten enfermedades muy severas. Nunca hay que estarles muy cerca, ni tocarlos.

Y: Eso lo dices porque a ti no te gustan los gatos. Yo he tenido a Tito desde hace al menos tres años, y nunca he sufrido enfermedad alguna debido a él.

SNM: Ya verás en unos años. Se ha comprobado que los hijos cuyas madres tienen gatos, nacen tarados, o con malformaciones congénitas.

Y: Aly nació en una casa llena de gatos, y es una de las mentes más brillantes que he conocido.

SNM: Pero nunca ha podido tener hijos.

Y: ¿Eso qué tiene que ver con los gatos? Seguramente no haya sido siquiera problema de ella…

SNM: Nunca se sabe.

Y: Tampoco viene al caso. Lo que quiero decir es que, no puedes decir que un bebé nacerá con problemas psicofísicos porque convive con gatos. Es absurdo.

SNM: Pero sí está comprobado que producen enfermedades en la piel.

Y: Eso, si eres alérgico.

SNM: Tomemos como ejemplo a los gatos persas de pelo largo, como el tuyo: Respiras la pelusa que emiten, y eso afecta las vías respiratorias.

Y: Sólo si eres alérgico. Además, según tu teoría, con los años que llevo conviviendo con mi gato, ya deberían haberme asfixiado los pelos del pobre animal ¿verdad?

sábado, 11 de octubre de 2008

Crisis

He perdido la escritora que solía ser. Encuentro qué escribir, pero no sé como hacerlo.

Busco trabajos pasados que publicar. Leo y releo. Nada me convence.

“Repito palabras” “está mal escrito”. Pienso de mis trabajos realizados en el taller literario, tres años atrás; donde los “excelente” y “Muy buen trabajo” de mi profesora, contradicen la crítica actual.

¿Por qué para otros es tan fácil? Tienen el privilegio de escribir maravillosamente sobre historias comunes, y publicarlas. Yo quiero, pero no puedo. No es mi estilo. Además, resultaría patético siquiera intentar copiar el estilo de otros escritores. ¡¡No!!.

Debo encontrarme a mi misma. Las redacciones imaginarias, melosas y románticas de hace tres años, no me identifican, ni habré de publicarlas.

Antiguamente, durante largos períodos de soltería como este, solía criticar todo; escribirlo y publicarlo. También he perdido mi espíritu crítico, según parece.

El vacío genera grillos, cuyos sonidos ensordecen mi capacidad imaginativa.

¡Habiendo hecho tanto, esta semana! ¡Tantas cosas lindas y variadas! Debería escribir sobre eso, ¿no?

Lo pensé. Incluso creé varios títulos que no pude desarrollar, hasta ahora, como ser: Five O’ Clock Tortoni y Gajes de una vocación sin recursos (este último, una crítica sobre lo mucho que me cuesta desarrollarme en el ambiente del turismo, que tanto amo; donde, por un lado, tengo experiencia, pero por el otro carezco de recursos para formarme académicamente, y conseguir un buen trabajo relacionado).

Será cuestión de esperar. Valerme de una libretita para tener conmigo dondequiera que valla, no me vendría nada mal. Podría escribir ítems de las cosas que deseo contar sobre los sitios de Buenos Aires que visito cada día, y de apoco, encontrar las palabras perdidas; mientras me hundo, como siempre, en otro (no menos importante) gran amor: La música… El Piano. 

sábado, 20 de septiembre de 2008

Ironía

Cerró la puerta tan fuerte,

Que el golpe en si mismo,

La dejó entreabierta.